Personalmente, considero que la virtud que más me caracteriza es la compasión. Siempre trato de ponerme en el lugar de los demás, escuchar sus necesidades y brindar apoyo emocional y práctico cuando lo requieren. Esta capacidad de empatizar con el sufrimiento o las dificultades ajenas me permite estar más en sintonía con las necesidades de quienes me rodean.
Por otro lado, la virtud que siento que más me cuesta cultivar es el discernimiento. Si bien suelo ser reflexivo, a veces me resulta difícil tomar decisiones rápidas o con certeza cuando las situaciones son complejas. El discernimiento implica no solo evaluar las circunstancias adecuadamente, sino también tener la capacidad de anticipar las consecuencias de las decisiones. Esta es una habilidad que me gustaría desarrollar más, especialmente en situaciones de presión o incertidumbre, para poder tomar decisiones más informadas y sabias en mi entorno profesional y personal.