Una virtud que considero que me define profundamente en mi vocación médica es la compasión. Algo que con esta virtud, entendida no tanto como la simpatía o lástima, sino como la verdadera empatía por el paciente, su dolor y su sufrimiento, y el deseo de aliviarlo, es que todas las personas que se cruzan en mi camino tienen sus propias luchas. Por tal motivo, mi función no es solo de diagnosticar o de tratar, sino de identificar si el paciente sufre y cómo ayudarle.
Asimismo, tengo la creencia de que la compasión va más allà de las fronteras de la profesión médica y que también estoy comprometida a desenvolverme con esta calidad. Me recuerda diariamente que, detrás de cada síntoma o diagnóstico, se encuentra un ser humano con una historia, relaciones, emociones y miedos que influyen en su vida. Esto me ayuda a construir relaciones auténticas con los pacientes, basadas en la confianza y el cuidado, para que puedan continuar. Por último, me siento que esta virtud me plantea ver la medicina como una carrera de servicio. Me ayuda a comprender que la carrera se trata de ser paciente, compasiva, amable y a consecuencia de dar más tiempo al cuidado de cada uno. cada palabra y gesto contribuye a la recuperación y estabilidad del paciente.
Cómo futura médica, quiero que esta virtud permanezca presente en mis días más difíciles. Deseo que esta virtud esté conmigo con cada paciente, para recordarme que nunca debo desconocer la humanidad que compartimos y que siempre debo recordar que cada vida que toco es valiosa y merece un trato justo y digno. Esta virtud me permite mirar a los demás de este mundo y no soy más que una definición, sino una fuerza y una misión: un servicio.