Considero que la compasión es la que más se alinea con mi carácter. Esta virtud, para mí, es mucho más que empatizar con el sufrimiento ajeno; es una disposición ética que me impulsa a ayudar, comprender y apoyar, reconociendo la humanidad de los demás y sus necesidades.
La compasión es, sin duda alguna, fundamental en cualquier interacción humana, pero especialmente en el ámbito de la bioética y en contextos de vulnerabilidad, como los entornos que día a día recorremos como personal de la salud, donde nuestros pacientes y sus familias atraviesan situaciones difíciles para ellos. Considero que la compasión no es solo un gesto de empatía, sino una obligación moral de reconocer la dignidad y el valor de cada persona, y es aquí donde resalto mi carácter, ya que siempre busco entender el punto de vista de los pacientes y de las demás personas, siendo consciente de sus experiencias y emociones presentes, para poder brindar apoyo genuino y orientación adecuada para ellos.
También sé que la compasión requiere autorreflexión. Esto significa reconocer mis propias limitaciones y prejuicios, para no actuar desde el juicio y poder responder de manera sincera. Esta virtud me ha enseñado a ofrecer ayuda sin esperar nada a cambio y actuar desde la solidaridad, como un agente de cambio positivo en la vida de quienes me rodean.
Finalmente, creo que cada acto de bondad que he realizado o que aún realizo a día de hoy, por pequeño que sea, tiene un impacto en la vida de los demás. He aprendido que un solo gesto de apoyo o empatía puede marcar la diferencia en un momento de necesidad, y me esfuerzo cada día por mantener esta virtud en el centro de mis acciones.
Por otra parte, considero que la virtud en la que más me gustaría trabajar es la integridad. En algunas ocasiones me he dado cuenta de que puedo dudar o ceder ante situaciones difíciles, especialmente si las circunstancias me llevan a cuestionar mis decisiones. Sin embargo, reconozco que trabajar en mi integridad me permitirá actuar con más seguridad, sabiendo que estoy siendo fiel a mis principios y compromisos éticos. Esta virtud no solo me ayudaría a tomar decisiones con mayor claridad, sino también a ser un modelo de honestidad, coherencia y mejorar mi vida personal y profesional.