De acuerdo con las virtudes capitales descritas por Beauchamp y Childress (1997), siento que la integridad es la que mejor me representa. Esta virtud implica ser coherente con los principios morales y ser honesto en las acciones, incluso cuando nadie está observando o cuando existen presiones externas que podrían tentar a actuar en contra de estos valores. La integridad, para mí, es esencial para construir y mantener la confianza de los demás y actuar con un sentido de responsabilidad y respeto hacia los compromisos y las personas. Ser íntegro me ayuda a establecer una base sólida de respeto y transparencia, tanto en mi vida personal como profesional, y también a actuar de manera justa y consciente, aunque algunas veces ello implique tomar decisiones difíciles o impopulares.
Por otro lado, la virtud que siento que menos he desarrollado, pero en la que me gustaría trabajar, es discernimiento. Esta virtud se refiere a la capacidad de tomar decisiones claras y sabias, basadas en un análisis profundo y equilibrado de las circunstancias y posibles consecuencias. A veces, en situaciones de estrés o presión, puedo encontrarme tomando decisiones con poca claridad mental, sin suficiente reflexión o dejando que las emociones interfieran en mi juicio. Creo que fortalecer mi discernimiento me ayudaría a mejorar en la toma de decisiones complejas, a observar cada situación desde una perspectiva más objetiva y a considerar de manera equilibrada las posibles implicaciones antes de actuar. Al trabajar en esta virtud, podría no solo mejorar mi desempeño en escenarios de alta presión, sino también alcanzar un nivel de juicio más profundo y acertado que beneficiaría a las personas a mi alrededor.