La decisión de interrumpir un embarazo puede ser una expresión de virtudes como la responsabilidad, la prudencia y la compasión; puede estar basada en un juicio prudente sobre las circunstancias personales y sociales. Por ejemplo, una mujer puede considerar que no está en condiciones adecuadas para criar a un hijo, lo que afectaría tanto su bienestar como el del niño. En este caso en especial, optar por el aborto sería un acto prudente, ya que evita posibles sufrimientos futuros.
Así mismo, la decisión de abortar puede ser vista como una acción responsable cuando una mujer reconoce que no tiene los recursos emocionales, financieros o de apoyo para proporcionar un ambiente adecuado para el desarrollo de un niño, en este caso está actuando de manera responsable para prevenir un posible daño a si misma, al futuro hijo y a la sociedad.
Por último, pero no menos importante, desde el punto de vista de la compasión, una mujer puede optar por abortar si sabe que no puede ofrecer una vida digna a su futuro hijo. Este acto de compasión no solo está dirigido hacia el niño no nacido, sino también hacia ella misma, al evitar sufrimientos innecesarios y posibles dificultades futuras.
Como conclusión, podemos entender que la vida humana no solo se mide por su existencia biológica, sino por la calidad y dignidad de esa vida. Las virtudes de la prudencia, la responsabilidad y la compasión deben guiar las decisiones para asegurar que la vida sea vivida en condiciones que favorezcan el progreso humano.