El debate sobre el uso de sustancias psicoactivas para fines medicinales es un tema de gran relevancia en el campo de las ciencias de la salud, donde existe un conflicto entre la necesidad de aliviar el sufrimiento humano con las preocupaciones éticas sobre el potencial abuso y los efectos a largo plazo de estas sustancias. Este dilema puede analizarse desde varias perspectivas éticas, entre las cuales la "Ética de las virtudes" y la "Ética del individualismo liberal" ofrecen marcos conceptuales valiosos para explorar las complejidades de esta cuestión.
La ética de las virtudes, asociada históricamente con Aristóteles, se centra en el carácter moral y las virtudes que una persona debe desarrollar para llevar una vida buena y plena. Desde esta perspectiva, la toma de decisiones éticas no se basa solamente en la aplicación de reglas o en la maximización de consecuencias favorables, sino en la promoción de virtudes como la prudencia, la justicia, la templanza y la fortaleza. En el contexto del uso de sustancias psicoactivas para fines medicinales, la ética de las virtudes invita a considerar el carácter y las intenciones tanto de los profesionales de la salud como de los pacientes. Un médico virtuoso, por ejemplo, actuará con prudencia al recetar estas sustancias, evaluando cuidadosamente los riesgos y beneficios para el paciente. La justicia también sería una virtud clave, asegurando que el acceso a estos tratamientos se dé de manera equitativa y sin discriminación.
Por otro lado, la ética del individualismo liberal pone un fuerte énfasis en la autonomía del individuo, el derecho a tomar decisiones sobre su propia vida y cuerpo, y la importancia de la libertad personal. John Stuart Mill, uno de los defensores más prominentes de esta corriente, sostenía que el individuo es soberano sobre su propio cuerpo y mente, mientras sus acciones no causen daño a otros. Es decir, que el uso de sustancias psicoactivas para fines medicinales podría ser defendido bajo el principio de autonomía. Los pacientes, en virtud de su autonomía, deberían tener el derecho de elegir tratamientos que consideren adecuados para su situación, incluyendo el uso de sustancias psicoactivas si estas han demostrado ser efectivas para su condición.Ambas perspectivas ofrecen valiosos enfoques para el debate. La primera sugiere un enfoque cuidadoso y moderado, mientras que la segunda defiende el derecho del individuo a tomar decisiones sobre su propio cuerpo. En la práctica, una solución ética podría involucrar un balance entre estos enfoques, permitiendo el uso de sustancias psicoactivas bajo estricto cuidado de quienes las utilizan y previniendo el mal uso de las mismas para propósitos que vayan en contra de la salud.
Integrantes:
- Valentina González Ojeda
- Samuel Graciano Romero
- Andrea Tuiran Herazo