Viendo el "aborto" desde los ojos de Aristóteles.
La ética de las virtudes no proporciona una respuesta simple o directa sobre la moralidad del aborto, ya que no se enfoca en definir qué acciones son intrínsecamente correctas o incorrectas. En cambio, busca entender cómo las virtudes y el carácter moral de la persona influyen en la toma de decisiones en situaciones complejas como el aborto.
Desde esta perspectiva, el acto de abortar no se evalúa únicamente por sus consecuencias, sino por las intenciones y el carácter de la persona que toma la decisión. La virtud de la phronesis o prudencia juega un papel crucial aquí. Esta virtud implica la capacidad de deliberar adecuadamente sobre las circunstancias particulares, considerando el bien mayor y las consecuencias para todos los involucrados, incluyendo la madre, el feto, la familia y la sociedad. Una persona virtuosa, de acuerdo con esta perspectiva, buscaría actuar en una forma que refleje el equilibrio y la moderación. La decisión de abortar podría verse como moralmente justificable si, después de una profunda reflexión y deliberación, la persona concluye que es la opción más virtuosa en ese contexto particular. Esto no significa que el aborto sea inherentemente virtuoso, sino que en ciertas situaciones podría ser la decisión más acorde con una vida vivida en virtud.
La ética de las virtudes también valora el respeto por la vida humana como un componente de la virtud de la justicia . En este sentido, la vida del feto es considerada valiosa, y una persona virtuosa debe sopesar seriamente el impacto de la decisión de abortar sobre la vida en gestación. La virtud de la compasión también entra en juego, ya que la madre debe considerar el sufrimiento potencial, no solo del feto, sino también de ella misma y de otros que puedan verse afectados. Un defensor de la ética de las virtudes podría argumentar que, en muchos casos, la elección de no abortar refleja un compromiso más fuerte con la virtud de la justicia y el respeto por la vida. Sin embargo, también se reconocerían situaciones donde continuar con el embarazo podría implicar un sacrificio desmedido para la madre, lo que podría justificar el aborto como una acción que, aunque difícil, es consistente con otras virtudes como la prudencia y la compasión.
Finalmente, la virtud del coraje es relevante en la consideración del aborto desde la ética de las virtudes. Tomar una decisión en una situación tan compleja y emocionalmente cargada como el aborto requiere coraje, especialmente cuando la persona enfrenta presiones sociales, familiares o personales. El coraje aquí no se refiere únicamente a la capacidad de resistir el dolor o el miedo, sino también a la disposición para hacer lo correcto, incluso cuando es difícil y puede ir en contra de los deseos o expectativas externas. Una persona virtuosa, por lo tanto, buscaría no solo actuar de acuerdo con lo que es correcto, sino también con lo que es más coherente con un carácter moral desarrollado, lo que puede llevar a decisiones muy diferentes en distintos contextos.
Desde la perspectiva de la ética de las virtudes, el aborto no puede ser simplemente etiquetado como moralmente correcto o incorrecto. En lugar de ello, se debe evaluar la situación teniendo en cuenta las virtudes y el carácter moral de la persona que enfrenta este dilema. La decisión que se tome debe estar guiada por la prudencia, la justicia, la compasión y el coraje, en un esfuerzo por vivir una vida virtuosa y alcanzar el florecimiento humano. Esto subraya la importancia del contexto y la deliberación individual, reconociendo que en ciertas circunstancias, el aborto podría ser considerado la opción más virtuosa, mientras que en otras, no lo sería.
- Dana patricia caicedo lara
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